Los
spots de campaña también muestran el país que somos. Mientras los
antiguos banqueros andan por los barrios, los otros nos auguran que
harán plata (como enviados de Dios). Más allá, nos ofrecen reabrir las
universidades cerradas, pero también nos cuentan -otro candidato- sobre
su carácter rebelde. Hay, incluso un pastor que habla del pecado...
Hay,
de estas propuestas, una que evoca algo distinto: un candidato que
recorre el país en bicicleta, hasta finalizar en el sitio denominado el
Lechero,
frente a la laguna Imbacocha, conocida actualmente como San Pablo, en
Imbabura. Obviamente, trataré el profundo significado que tiene este
lugar en la geografía sagrada de los antiguos pueblos.
En
primer término, el Lechero es parte de una línea imaginaria que conecta
el original asentamiento de Otavalo, que ha sido documentado por
Chantal Caillavet, en su libro “Etnias del Norte, etnohistoria e
historia del Ecuador”, ediciones Abya Yala, 2000, que lo sitúa en la
vertiente norte del macizo de Mojanda, hasta la orilla sur del lago San
Pablo, en las zonas hoy denominadas como San Roque y Villagranpugro.
Por
eso, en el caso del antiguo Otavalo, este
lugar único está asociado a las mayores huacas (lugares sagrados) como
son la laguna de Imbacocha (actualmente lago San Pablo) y los montes
Imbabura, considerada deidad masculina, como también el Cotacachi, una
deidad femenina. En el Otavalo precolombino existían los tres
componentes: los vivos, representados por los jefes étnicos; los
difuntos, conocidos como malquis/huancas, y los antepasados míticos,
como lagunas y volcanes.
Por
este motivo, los antepasados eligieron estos parajes, donde el lago,
deidad también femenina, está entrelazada con el monte, además de la
colina de Rey Loma, donde hasta ahora acuden las mujeres en busca de los
ritos de la fertilidad, al pie del árbol del Lechero. “Esta
carga simbólica coincide exactamente con el paisaje geográfico.
Expresa
el concepto andino del tiempo, contemplar el pasado delante de sí”,
además de que la dualidad sexual, de montes machos y lagunas hembras, es
considerada como el principio básico en que se asienta la cosmología
andina. Esto se explica porque aún hoy existen los mitos que refieren al
nacimiento del agua, donde el antiguo Lechero fue en verdad un joven
convertido en árbol por el Taita Imbabura, mientras que una mujer
simboliza a la laguna de Imbacocha o lago San Pablo.
Los
acontecimientos, aunque sean aparentes propagandas
políticas, están llenas de simbolismo. Un hombre, en una bicicleta, en
el mítico Lechero nos dice muchas cosas de un país posible.
pd: sitio del video: http://www.youtube.com/ watch?v=0fZgCG2N5KM
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