sábado, 19 de enero de 2013

En bicicleta al Lechero


Los spots de campaña también muestran el país que somos. Mientras los antiguos banqueros andan por los barrios, los otros nos auguran que harán plata (como enviados de Dios). Más allá, nos ofrecen reabrir las universidades cerradas, pero también nos cuentan -otro candidato- sobre su carácter rebelde. Hay, incluso un pastor que habla del pecado...
Hay, de estas propuestas, una que evoca algo distinto: un candidato que recorre el país en bicicleta, hasta finalizar en el sitio denominado el Lechero, frente a la laguna Imbacocha, conocida actualmente como San Pablo, en Imbabura. Obviamente, trataré el profundo significado que tiene este lugar en la geografía sagrada de los antiguos pueblos.
En primer término, el Lechero es parte de una línea imaginaria que conecta el original asentamiento de Otavalo, que ha sido documentado por Chantal Caillavet, en su libro “Etnias del Norte, etnohistoria e historia del Ecuador”, ediciones Abya Yala, 2000, que lo sitúa en la vertiente norte del macizo de Mojanda, hasta la orilla sur del lago San Pablo, en las zonas hoy denominadas como San Roque y Villagranpugro.
Por eso, en el caso del antiguo Otavalo, este lugar único está asociado a las mayores huacas (lugares sagrados) como son la laguna de Imbacocha (actualmente lago San Pablo) y los montes Imbabura, considerada deidad masculina, como también el Cotacachi, una deidad femenina. En el Otavalo precolombino existían los tres componentes: los vivos, representados por los jefes étnicos; los difuntos, conocidos como malquis/huancas, y los antepasados míticos, como lagunas y volcanes.
Por este motivo, los antepasados eligieron estos parajes, donde el lago, deidad también femenina, está entrelazada con el monte, además de la colina de Rey Loma, donde hasta ahora acuden las mujeres en busca de los ritos de la fertilidad, al pie del árbol del Lechero. “Esta carga simbólica coincide exactamente con el paisaje geográfico.
Expresa el concepto andino del tiempo, contemplar el pasado delante de sí”, además de que la dualidad sexual, de montes machos y lagunas hembras, es considerada como el principio básico en que se asienta la cosmología andina. Esto se explica porque aún hoy existen los mitos que refieren al nacimiento del agua, donde el antiguo Lechero fue en verdad un joven convertido en árbol por el Taita Imbabura, mientras que una mujer simboliza a la laguna de Imbacocha o lago San Pablo.
Los acontecimientos, aunque sean aparentes propagandas políticas, están llenas de simbolismo. Un hombre, en una bicicleta, en el mítico Lechero nos dice muchas cosas de un país posible.







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