sábado, 10 de noviembre de 2012

Fotografías antiguas de Ibarra


Borges, en una inscripción, nos recuerda, además de los crepúsculos, “lo que pierde el olvido y lo que la memoria transforma... Solo podemos dar lo que ya hemos dado. Solo podemos dar lo que ya es del otro”. Esto a propósito de la presentación del libro “Imágenes de Ibarra”, del fotógrafo Miguel Ángel Rosales (1902-1994), editado por el Consejo Nacional de Cultura, del Ministerio del ramo, en la memorable colección Fotografía del Siglo XX, que no debería morir.
De memoria y olvido está hecha esta obra. Lo primero porque, al fin, podemos apreciar a una Ibarra desde los treinta a los sesenta, del siglo pasado, con un esplendor de postales panorámicas, una iniciativa de su autor que no se contentó con retratar a sus paisanos o asistir a bodas, sino que nos legó una nueva mirada.
Alex Schlenher, quien realizó su tesis sobre la obra del fotógrafo, lo dice: “Sin distinción de clase, etnia, género o edad, por el lente de Rosales pasó la gran mayoría de la población de Ibarra y sus alrededores. El fondo visual que deja el Foto Estudio Rosales de la calle Pedro Moncayo incluye por igual imágenes de mujeres y hombres -indios, negros, mestizos- de distintas edades. Medio siglo de la vida social y política de Ibarra quedó condensado en miles de imágenes de todos los formatos y tamaños habidos y reinventados. El mismo ciclo de la vida quedó plasmado en las fotografías de un hombre que, fiel a su espíritu de inventor, intervenía la mecánica de las cámaras para sacarles el máximo provecho. Una reciente investigación sobre el lenguaje fotográfico arrojó que el fotógrafo desarrolló un complejo sistema de láminas interiores para poder emplear los diferentes segmentos de la placa fotosensible en distintos momentos”.
Lo del olvido se debe a que aún en nuestras urbes miramos pasar a los sencillos fotógrafos que pulsan cada día lo que somos. Cuántas imágenes se perderán en estos años, cuántos rostros serán, con el polvo y la desidia, de cualquiera. Este libro de fotografías es como el primer álbum familiar de Ibarra, donde no se destacan los ennoblecidos sino la vida cotidiana de la urbe y sus alrededores. Aparece un flamante cuartel del parque La Merced, mientras en la actualidad una casa patrimonial es derruida por la indolencia.
La generosidad de Rosales está ahora en un libro. Pasarán los políticos locales sin pena ni gloria y, al final, una imagen de este fotógrafo valdrá más que los cuatro años en sus asientos de uno de ellos, porque no entienden el valor de preservar la memoria. Y todo lo que no se cuida se lo lleva un señor que se llama Alzheimer, quien no entra en la foto.




Tomada de la edición impresa del Sábado 10 de Noviembre del 2012


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