Las festividades del
solsticio -que se llaman sanjuanes, jatunpunchas y últimamente intiraymis-
muestran a un país agrario en todo su esplendor. Ese Ecuador profundo, lamentablemente,
aún no es conocido por quienes viven en las ciudades y, hay que decirlo,
todavía existe un racismo soslayado al tratarse del mundo andino.
Por lo demás, no son fiestas
exclusivas de una etnia, en este caso los indígenas, porque también participan
los llamados mestizos (una muestra son las celebraciones en Cayambe y
Tabacundo). Como toda celebración, existen elementos importantes, como la
entrada de rama, los priostes, la chicha, la música y las coplas o la abundante
gastronomía. Hay variaciones a lo largo de la serranía ecuatoriana.
Como parte de la cultura
popular tiene muchas interpretaciones, Luis Enrique Cachiguango, en Aya-Uma: un
símbolo de la cultura indígena, señala: “La tarde del 28 de junio (vísperas de
San Pedro), aproximadamente desde las 16:00, en todas las casas quemamos y
hacemos humo para que el San Juan Aya (la fuerza espiritual de la fiesta de San
Juan) retorne a la normalidad y vuelva el equilibrio sobre la tierra. Con el
fuego y el humo purificamos la casa. Tenemos que alejar a todas las cosas malas
que nos hayan ocurrido en el año y disponernos para otro año más de crianza de
la chacra”.
Carlos Coba Andrade, en
Persistencias etnoculturales en la fiesta de San Juan en Otavalo, IOA, también
concuerda: “El fuego es un elemento purificador y germinador de la tierra, bajo
la acción incubadora del calor aparecen los primeros organismos en una larga
cadena de fuerza germinativa, desde los especímenes primarios hasta el mismo
hombre. En las persistencias etnoculturales encontramos al fuego como un
ingrediente vivificador y purificador, por eso se quema la zarapanga (hoja seca
de maíz), se prende la sarta, las camaretas, los ‘papatruenos’, los petardos y
voladores (fuego de artificio); además, el calor del sol abriga la tierra y se
crea el principio germinativo de vida continua”.
Pero no solamente el fuego
está presente, otro elemento fundamental es el agua. Porque se trata, en
definitiva, de una renovación del ciclo agrario para que la tierra vuelva a
nacer.
En el caso de la Sierra
norte, el culto al maíz está presente desde los tiempos preincásicos, como
señala Coba Andrade: “Este, el maíz, es otro elemento persistente en la
festividad de San Juan, conjuntamente con la chicha, los cuales tienen
connotaciones rituales y de sacralización. Estas creencias tienen su origen en
las culturas preincaicas de la Sierra norte”. Waldemar Espinosa Soriano, en Los
Cayambes y Carangues: Siglos XV-XVI. El Testimonio de la Etnohistoria, indica
que existían “unas figurinas conocidas como conopas o amuletos en piedra, a las
que se les atribuía poderes mágicos para la proliferación del maíz. Carangue,
tierra fructífera en sembríos de maíz, sus cosechas eran abundantes”. Hernán
Jaramillo Cisneros señala: “Es la festividad más… tiempo en el que finaliza el
año agrícola con la cosecha del maíz”. (O)
Esta noticia ha sido
publicada originalmente por Diario EL TELÉGRAFO bajo la siguiente dirección:
http://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/columnistas/1/fiestas-del-ecuador-profundo
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