domingo, 2 de agosto de 2015

Bolívar une a la Asamblea

En días pasados, la Asamblea Nacional, de forma unánime con 116 votos, declaró a la Batalla de Ibarra, sucedida el 17 de julio de 1823, como una fiesta nacional, aunque no como feriado. Como escribí hace poco, fue esta gesta -con la participación estratégica y presencia de Simón Bolívar- la que selló definitivamente las campañas independentistas.

Esto porque al momento existían dos frentes más en disputa. Por un lado, el monarquista Canterac enfilaba sus tropas para tomar nuevamente Lima. Durante junio y julio de 1823, las informaciones de los leales en la Ciudad de los Virreyes informaban a Bolívar que la situación en Perú se hallaba en su punto crítico. El otro estaba en Maracaibo, Venezuela. El tercero era el más grave: los realistas pastusos liderados por Agustín Agualongo, hace diez años.

La estrategia del Libertador es admirable. Sabe que los huestes pastusas son formidables en su entorno de breñas y montañas y -como se lee en los partes de guerra- ordena al general Salom que atraiga al enemigo desde el Puntal, la actual Bolívar, hacia las llanuras del Valle de Ibarra, haciendo creer al adversario que el ejército patriota retrocede por temor. Y aquí la clave: se trató de una disputa entre una caballería bien armada y experimentada -aunque tenía una infantería novata- frente a una infantería pastusa habituada a lo que se conoce como guerra de guerrillas, pero en sus montañas y no en un valle donde fue presa fácil. Y otro detalle: el patriotismo de los imbabureños e ibarreños, quienes, al inicio, tenían bien informado al ejército patriota y después persiguió al desolado ejército de pastusos. El comandante militar de Ibarra, Joaquín Gómez de la Torre, había convocado y acuartelado milicias al conocer los acontecimientos de Pasto.

Salom, siguiendo, esta estrategia, permitió que Agualongo ocupara Ibarra el 12 de julio, para retirarse a Guayllabamba, mientras los espías patriotas tenían informados a sus superiores del menor movimiento de las tropas enemigas. La estratagema consistía en hacer creer a los pastusos que el ejército independentista llegaría por el camino real y para esto Bolívar envío una parte de sus soldados.

Unos días antes, el 8 de julio, Bolívar llega hasta Otavalo, donde tiene reuniones con las autoridades de los corregimientos y con los caciques de algunas parcialidades de Imbabura, donde les pide apoyo para la causa de la República. Del 11 al 15 de julio estructura su ejército en algunas divisiones, como los Guías de la Guardia y el Batallón Yaguachi, al mando del general Bartolomé Salom. Segunda: Granaderos a Caballo y dos compañías del Vargas, a órdenes del general Manuel de Jesús Barreto. Tercera: Artillería y Batallón Quito, al mando del coronel Hermógenes Maza.


Lamentablemente por el peso del centro frente a la periferia, esta gesta no ha sido aún comprendida en su totalidad. La Asamblea, pensando en la memoria de la patria, hace justicia. Ahora, corresponde que también en los textos escolares del país consten estos acontecimientos que son parte de nuestra memoria como pueblo.

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