martes, 12 de febrero de 2013

La bicicleta y el software


Cuando el tiempo transcurra pocos recordarán el país que vivimos: el bufón atrincherado cayendo de su propia tarima, el oculto banquero recorriendo los barrios sin tiendas, el bananero que nunca hizo un patacón de exportación (allí la frase de Manolito: no se puede hacer fortuna sin hacer harina a los demás), el hombre dilatado en dilatadas compañías después de haber tenido un sueño, otros candidatos que proponen razonablemente, uno más que viaja en bicicleta, mientras alguien afirma que es la encarnación del caudillo frente a la inercia del pueblo y otro asegura que está cambiando la historia.
Pero aún hay olvido. 8.000 millones de dólares fue la suma del pago de los ecuatorianos a la crisis bancaria, incluida la sucretización de Osvaldo Hurtado, y que llevó a tres millones de compatriotas a la diáspora. Wilma Salgado realiza un estudio comparativo: como para la época se destinaron 2,5 millones de dólares para infraestructura educativa, ese monto habría alcanzado para 3.200 años de aulas de los niños ecuatorianos. Para no alargar el cuento y quitando los ceros, es como si el país hubiese entregado un auto de 8.000 dólares para los banqueros y sus préstamos vinculados, y, en cambio, habría destinado 2,5 dólares para infraestructura educativa, lo que cuesta una funda de fideos. Esta historia ya ha sido contada, pero pocos la recuerdan.
Otro dato: casi 8.000 millones de dólares fue el monto que en los últimos años el país pudo ahorrar al realizar -con los mismos métodos especulativos, hay que decirlo- la renegociación de la deuda externa. Pabel Muñoz, de Senplades, destaca algunos hitos entre 2007 y 2012: el crecimiento de la economía ecuatoriana alcanzó un promedio de 4,3% por encima de la media de América Latina (3,5%), una recaudación tributaria  en el mismo período de más de 40.000 millones de dólares, la disminución de la pobreza… Entonces, no es un tema únicamente de carreteras, en un país donde a inicios del siglo XX los Gran Cacao tenían haciendas del tamaño de la provincia de Los Ríos.
Acostumbradas al juego mediático del vértigo, que produce amnesia, muchas personas no logran mirar con perspectiva. Únicamente el análisis pausado, lento como sugería Kundera, nos lleva a entender la trascendencia. Y es curioso que desde afuera se aprecie más el caso ecuatoriano, como la propuesta del “buen vivir” reconocida por Edgar Morin. Un último dato: el gasto público, que unos creen que es despilfarro, es de 11.000 millones de dólares al último año. Hay temas pendientes: cambiar el software, como diría Alvin Toffler.
 

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