viernes, 23 de agosto de 2019

Del poeta decapitado Silva a Daddy Yankee, 2019/08/08


¿Qué entendemos por cultura? ¿Los poemas de Medardo Ángel Silva (Cuando de nuestro amor, la llama apasionada…); la canción de Milton Tadeo, himno de los migrantes (Te dejo mi corazón Carpuela linda); un poema de Sara Vanegas (las voces del mar tornan a morir / en mi garganta / voces que un día te crearon / hace ya tanta agua); o el tema más escuchado en Ecuador, hasta julio de 2019: “China”, con Anuel AA, Daddy Yankee, Karol G, Ozuna & J Balvin, que tiene 237’628.004 visualizaciones en YouTube y dice así: Mi mujer me estaba llamando / pero yo no contesté (¡Uah!, baby; sube) / porque estaba contigo perreando / y de ella me olvidé (mami)...

Si vamos por audiencias, pierden nuestros poetas y gana de largo el clan de Yankee, que por cierto también participó en “Despacito”, de Luis Fonsi. Para no ir por las ramas: 5 mil millones de reproducciones en YouTube. Pero los “perreos” son efímeros.

¿Pruebas? ¿No acaba de ser preseleccionada a los premios Grammy la pianista Lyzbeth Badaraco Escalante, precisamente con una evocación de los momentos trágicos del poeta Silva, que se quitó la vida en 1919? Por cierto el fantástico tema “Cartas a Medardo”, de Badaraco, hasta ayer tenía tan solo 301 visitas en YouTube, colocado desde enero de 2019, pero se ve que el vate decapitado ya es centenario.

El tema es arduo. Al parecer, entre múltiples definiciones está la que señala que existe una alta cultura (no en términos solo privilegiados, sino indicando a la cultura burguesa), la cultura de masas (que apuesta al espectáculo y al moverse por temas solo monetarios banaliza a la cultura) y la cultura popular (esencia de los pueblos que van desde The Beatles, pasando por nuestros pasillos).

El problema radica es que desde nuestra visión de la cultura romántica del XIX (donde el poeta tiene que morir en una buhardilla), nos negamos a usar -tal es la palabra- los mecanismos de la cultura de masas para difundir, por ejemplo, a Sara Vanegas, que jamás perderá su esencia. Esa podría ser una de las claves para el Plan Nacional del Libro y la Lectura de Ecuador. Los libros y creadores del país, de toda índole, necesitan una plataforma digital que los aglutine.


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